domingo, 19 de enero de 2014

Euskadi se sitúa a la vanguardia europea en materia de salud ambiental

Fuente: deia.com

Un informe de las universidades de Columbia y Yale destaca la gestión y protección de los hábitats


BILBAO. No es para menos ya que casi una cuarta parte del territorio está protegido, integrado en la Red Natura de espacios privilegiados. Pero es que además, en la última década las emisiones contaminantes se han visto menguadas de modo considerable pasando, por ejemplo, en el caso del dióxido de carbono (CO2) derivado de la energía de 21.000 toneladas a 17.000. Con esas credenciales, Euskadi se ha aupado hasta la cuarta posición a nivel europeo en materia de calidad ambiental y al sexto en la clasificación mundial después de analizar su evolución entre los años 2000 y 2010.

Así lo certifica el Índice de Rendimiento Ambiental (EPI por sus siglas en inglés), una evaluación independiente elaborada por las prestigiosas universidades de Yale y de Columbia en la que se examinan distintas categorías, hasta una decena, que permiten radiografiar la salud ambiental y la vitalidad de los ecosistemas. En concreto, se tienen en consideración aspectos como los efectos del agua y del aire en la salud humana, los recursos hídricos, los bosques, la agricultura, la pesca, la biodiversidad y los hábitats, o el cambio climático y la energía, por ejemplo.
De este modo, los datos y la evolución en la salud y vitalidad ambiental registrada por Euskadi en los últimos años en más de una veintena de indicadores denominados de cabecera, confirman el largo camino recorrido pero alertan también sobre los obstáculos que aún quedan por superar. Tal y como entonan voces expertas en materia de sostenibilidad ambiental, "es necesario medir para mejorar, no para demostrar".
Fortalezas y debilidades en el caso vasco, y tras el análisis de las veintidós variables de rendimiento ambiental se concluye que los puntos fuertes de las políticas ambientales tienen que ver con la salud ambiental: nivel de partículas en la atmósfera y saneamiento, así como con la protección de la biodiversidad, el hábitat y las masas boscosas. Las debilidades, por el contrario, serían la presión ejercida durante años sobre la pesca, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por habitante y el porcentaje de generación neta de energía renovable.
También llama la atención el Índice de Rendimiento Ambiental acerca de la baja correlación existente entre las cuantías económicas públicas dedicadas a la protección del medio ambiente y el rendimiento ligado a los objetivos logrados. Por eso, sobre las mesas de trabajo del Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial ya están los primeros planes y proyectos para intentar mejorar las actuaciones y exprimir al máximo la rentabilidad ambiental del dinero invertido.