Aparece un calamar de 10 metros y 180 kilos en la Playa de la Arena, en Pechón, Cantabria
El calamar gigante que el martes apareció en la playa de La
Arena, en Pechón, se ha trasladado a las instalaciones del Museo
Marítimo del Cantabria, en Santander, a la espera de que se decida sobre
cuál va a ser su futuro. Mientras tanto, los técnicos del centro, se
centran en garantizar su perfecta conservación, según ha explicado el
director del Museo, Gerardo García Castrillo.
El ejemplar, de la especie ‘Architeuthis Dux’, tiene más de
diez metros de longitud y 180 kilos de peso. García Castrillo ha
explicado que en el museo cuenta con dos ejemplares similares, pero de
otras familias y mucho más pequeños.
En función de lo que se decida entre el Gobierno y los
biólogos del Museo, el calamar podría permanecer en Santander para su
exposición o no. Si finalmente se decide prepararlo para mostrarlo al
público se le efectuará un tipo de necropsia diferente a si finalmente
solo se utiliza como objeto de estudio. El Museo Marítimo tiene
experiencia en el estudio de animales de gran tamaño. Uno de los más
destacados fue la ballena varada en Oriñón en el año 1997, casi 20
metros de cetáceo que fueron estudiados en el centro de Santander.
En cefalópodo se encuentra en buen estado, con uno de los
tentáculos fragmentado, y podría pertenecer al caladero de Carrandi que
hay cerca de Ribadesella (Asturias), según explicó ayer el presidente de
la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas
(Cepesma), Luis Laria, un centro de investigación situado en Luarca que
se dedica a estudiar al calamar gigante.
Al animal le faltaba la epidermis porque se le pela la
piel, por eso en Asturias se le conoce como peludín, añadió Laria. Esta
especie está provista de ocho brazos y dos largos tentáculos que superan
cuatro veces la longitud completa del cuerpo. Ayer en Pechón se corrió
rápidamente la voz de que un calamar gigante estaba varado en el arenal y
fueron varios los que se acercaron.
Por otro lado, la necropsia del calamar gigante de 80 kilos y ocho metros de longitud
localizado en agosto en la costa asturiana ha revelado que el animal
murió por el ataque de un ejemplar de su misma especie que doblaría su
tamaño. Las marcas que presentaba confirman que sufrió un ataque de otro
ejemplar cuyas ventosas tenían un diámetro de tres centímetros frente a
los 1,8 centímetros de las del cadáver del calamar gigante recuperado.
También se ha descartado que las heridas se produjeran durante una
cópula, ya que el tamaño confirma que se trataba de otra hembra, dado
que los machos nunca alcanzan estos tamaños. La muerte pudo producirse
al bloquear uno de los brazos del otro ejemplar el sifón por el que los
calamares inspiran el agua.
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