Fuente: abadiadigital.com
Los apicultores de Ribeauvillé, un pueblo de apenas 5.000 habitantes situado en la región francesa de Alsacia, no salían de su asombro. Sus abejas llevaban semanas produciendo una miel extraña de tonalidades verdosas y azuladas que nunca antes habían visto. ¿Cómo era eso posible?
Hacía tiempo que veían cómo las abejas retornaban a las colmenas
portando restos de sustancias de colores, pero no lograban identificar
de qué se trataba. Determinados a dar con su procedencia, comenzaron a
investigar por su cuenta y unos días más tarde entendieron que el origen
del problema que tantos dolores de cabeza les provocaba se hallaba en una planta de biogás ubicada a 4 kilómetros de distancia.
En sus instalaciones se procesaban los residuos procedentes de una
fábrica de la multinacional estadounidense Mars que producía M&M's,
las famosas pastillas de chocolocate con leche recubiertas de crujientes
capas de color rojo, naranja, azul, verde, amarillo y marrón. Para su
asombro descubrieron que las abejas se habían aficionado a colarse en
sus tanques para recolectar minúsculos trocitos de estos dulces.
Una vez comprendieron qué sucedía se pusieron en contacto con los
responsables de la factoría y consiguieron que accedieran a limpiar los
contáiners al aire libre y se comprometieran a guardar a partir de ese
momento la materia prima con la que trabajaban en recintos cerrados.
Un acuerdo que no impidió que durante esas semanas murieran un número
muy elevado de abejas y que la producción de sus enjambres, a pesar de
tener un sabor muy similar al de la miel normal, fuera imposible de
comercializar por su inusual coloración y la materia prima con la que
había sido parcialmente elaborada.
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