lunes, 27 de enero de 2020

Los ‘gretas’ que despiertan la conciencia en África

 Lo que comenzó con una simple huelga estudiantil por el cambio climático, ha ido cogiendo fuerza y se ha convertido en un movimiento conocido mundialmente como Fridays for Future,  hasta tal punto de movilizar a miles de adolescentes en Uganda.  Sólo fueron 5 alumnos los que inicialmente crearon esta protesta en Kampala, capital de  Uganda, y en tan solo cuestión de medio año se ha distribuido por todo el país.
 Estos jóvenes nos transmiten esperanza ya que a pesar de tener que lidiar con sus propios problemas también se implican con una causa mundial. A través de esta entrevista manifiestan varias realidades que nos representan a todos y cada uno de nosotros; e intentan que nos demos cuenta de la gravedad del asunto, ya no vale mirar para otro lado y tenemos que implicarnos con la causa si queremos cambiar las cosas.
Noticia facilitada por Urko Santana, alumno de Educación y Control Ambiental
Los ‘gretas’ que despiertan la conciencia en África
Empezaron cinco y ahora son miles. Las protestas de los jóvenes contra el cambio climático se extienden al sur global y estos son los estudiantes que las impulsaron en Uganda.
A sus 15 años Greta Thunberg comenzó en 2018 uno de los mayores movimientos internacionales al protestar frente al parlamento sueco demandando acción por el cambio climático. Se trata del ya archiconocido Fridays for Future (viernes por el futuro). Al este de África, en Uganda, los jóvenes no han sido la excepción. En febrero de este año tuvo lugar la primera huelga estudiantil en la capital, Kampala.
Empezaron cinco estudiantes, hoy participan más de 2.000. Cicilly Ben, Irene Kananura, Katusiime Marvis y Niere Sadrach son cuatro de los seis organizadores originales.
Pregunta. ¿Cómo comenzó Fridays for Future en Uganda?
Niere Sadrach. Tuvimos un debate facilitado por Green Climate Campaign África, en donde se planteó la siguiente temática: la implicación de los jóvenes en las huelgas por el cambio climático. La discusión, se llevó a cabo en dos universidades, recogimos puntos de vista de estudiantes y concluimos que íbamos a incorporar las huelgas de los viernes como un modo de presionar hacia la acción urgente. Así que en febrero de este año, cinco de nosotros salimos a la calle en la entrada de la universidad e hicimos la primera.
P: ¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrentan cuando organizan huelgas?
Cicilly Ben. Uno de ellos es que la mayoría de la gente piensa que esto es político, que estás en contra del Gobierno. Esa es la imagen que siempre se ha tenido de quienes protestan. Muchos no están al tanto de lo que globalmente está ocurriendo, la gente no siempre entiende que esto es algo ambiental y no político.
P: Irene Kananura: A veces protestamos frente al negocio de alguien, y la reacción es “¡Fuera de aquí! No quiero que atraigas ladrones o a la policía porque se pueden quedar con mi tienda porque estás protestando”. Ni siquiera se molestan en leer tu cartel. No siempre aceptan lo que hacemos, sigue habiendo una mentalidad de "que pase lo que tenga que pasar, lo que Dios quiera”.
N.S. Retos hay muchos, por ejemplo los medios, localmente, si un hombre se divorcia de su esposa, eso está en los titulares. No tenemos espacio para hablar de cambio climático.
P: ¿Cómo fue creciendo el movimiento en Uganda?
N.S.: Había mucha gente joven con la que habíamos hablado y que tenía redes amplias, pero seguían muy escépticos respecto a las huelgas, así que trabajamos para inspirarlos y que se nos unieran. Desde febrero hasta hoy somos cerca de 2.500 jóvenes haciendo huelga. El apoyo está llegando, sin embargo, cuando necesitamos trasladarnos a otros lugares que están lejos, suele ir solo una persona. Al ser un movimiento liderado por estudiantes tenemos recursos muy limitados. Por otro lado, muchos de nosotros no somos de Kampala, estudiamos aquí, por ejemplo yo soy del distrito de Yoga.
P: ¿En un movimiento global como Fridays for Future, qué papel debe jugar la gente de Uganda?
N.S. Tenemos nuestros propios problemas, los cuales necesitan nuestra propia implicación para resolverlos. El acuerdo de París fue firmado y ratificado por Uganda. Nuestro papel es empujar a nuestro país para que se cumplan los acuerdos y metas. Desde aquella firma no ha habido discusiones, ni siquiera un informe, nada que demuestre que Uganda está haciendo una transición y disminuyendo las emisiones globales. ¿Cómo vamos a ser percibidos mañana, si el sur global decide no hacer nada?
I.K. Hay gente en el gobierno que sienten que África sigue atrás, que dicen: “Esos países que nos están diciendo que hay que parar esto, ya se han desarrollado y no quieren que nosotros lleguemos a donde están”.
N.S. Si, necesitamos desarrollarnos, África necesita estar en un constante y veloz desarrollo, sin embargo, debe ser sostenible, y uno de los factores claves en los que nos estamos equivocando, es que los planes de desarrollo no tienen la sostenibilidad en cuenta. Eso es lo que nos va a matar, a nosotros y a África.
P: ¿Cuáles son sus fortalezas como jóvenes?
N.S. Usar lo poco que tenemos para ayudar a la causa: plantando árboles, hablando con gente, usando las redes sociales. Somos muchos los jóvenes en África, si logramos darle voz a los efectos del cambio climático, hay mucho por conseguir. Vamos a tener que vivir más en este planeta que los mayores, así que debemos replantearnos nuestro estilo de vida.
I.K. La gente tiende a escuchar mucho al Gobierno, a nosotros no tanto. Es increíble que incluso las personas en el Parlamento, de quienes esperamos ayuda o atención, nos dicen que no vamos a terminar esto que empezamos.
P: Vosotros sois estudiantes entre 14 y 24 años, ¿cómo acercan el tema a los mayores, por ejemplo a sus padres?
N.S. De hecho, ahora tenemos Padres por el futuro. La acción climática nos empodera, abre un mundo de oportunidades, creo que es la razón por la que los padres están apoyándonos.
I.K. Muchos de nuestros padres que viven en las zonas rurales no saben de Facebook o Twitter, si les hablas del cambio climático no te van a entender, pero sí les puedes decir: “Mamá en vez de cortar árboles para leña, comienza a usar desechos biodegradables para hacer fuego”.
Katusiime Marvis: A veces es difícil hablar con ellos, pero si les das opciones y alternativas a su estilo de vida, es más fácil.
C.B. Yo de hecho lo que le digo a mis padres son cosas como: “He estado viendo las noticias, ¿has visto que hay gente muriendo?, ¿has visto este huracán?”. Si escuchan sobre muerte, que es algo que da miedo, tienen una reacción y preguntan. De algún modo hay que llamar su atención.
P:¿Cuáles son los principales problemas ambientales a los que se enfrenta Uganda?
I.K. Mucha degradación de los pantanos, deforestación y la contaminación del aire y del agua. También tenemos un manejo de desechos muy pobre, hay vertederos de basura donde no los debería haber.
C.B. Uganda básicamente depende del carbón para energía, eso significa que miles de hectáreas están siendo deforestadas de manera ilegal. La gente lo ignora y cree que es algo sin importancia, pero tiene unos efectos serios sobre la salud. La solución es cortar el uso de combustibles fósiles y depender de energías renovables.
P:¿Se sienten esperanzados?
N.S. Sí. Poco a poco vemos gente uniéndose, expresando sus preocupaciones. Cuando hablo con mis colegas coordinadores en otros países les pregunto: “¿Cómo hacen para juntar a más de 50.000 personas en una protesta?”. Y me dicen: “Seguid haciendo lo que hacéis”.

jueves, 16 de enero de 2020

El secreto del Ginkgo biloba para vivir 3.000 años


FUENTE: ABC
Noticia facilitada por Ariadne Ruiz Santos alumna del ciclo de Educación y control ambiental 
El Ginkgo biloba es un árbol extraordiario, un fósil viviente que apenas ha cambiado desde su aparición hace 270 millones de años. Este campeón de resistencia ha sobrevivido a algunas de las peores catástrofes en el planeta, desde el meteorito que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años hasta el bombardeo atómico de Hiroshima. Cada ejemplar puede superar los mil años de antigüedad y algunos incluso llegan a los 3.000, una longevidad envidiable cuyas causas los científicos se han propuesto desentrañar.
Hojas de Ginkgo biloba
Hojas de Ginkgo biloba - Adobe Stock
Un equipo internacional de investigadores analizó una treintena de ginkgos en China con edades comprendidas entre los 15 y los 1.300 años, en el que es el estudio más completo hasta la fecha del envejecimiento de las plantas. Al examinar sus anillos de crecimiento, los biólogos se dieron cuenta de que el crecimiento de estos árboles no se había descelerado después de cientos de años, sino todo lo contrario. En algunos momentos, incluso era mayor. El tamaño de la hoja, la capacidad fotosintética y la calidad de la semillas, todos indicadores de salud, tampoco disminuían con la edad, según recoge la web de 'Science'».

Para entender qué estaba sucediendo, Richard Dixon, biólogo de la Universidad del Norte de Texas, y sus colegas en China y EE.UU. compararon la expresión genética en las hojas y el cambium, una capa delgada de células madre entre la madera interna y la corteza externa. Como era de esperar, la expresión de genes relacionada con la senescencia, la etapa final de la vida, aumentaba en las hojas moribundas. Sin embargo, en los genes del cambium no encontraron diferentecias entre los árboles viejos y jóvenes.

Sin senescencia

Según explican en un artículo en la revista PNAS, eso ocurre porque los genes del cambium no poseen ningún programa para la senescencia o la muerte. Por el contrario, su programa para hacer defensas continúa funcionando incluso después de cientos de años. «A medida que envejecemos, nuestra máquina inmunológica comienza a funcionar peor», explica Dixon al New York Times. Sin embargo, en estos árboles, «la máquina inmune, independientemente de que tengan una antigüedad de 1.000 años, parece ser la de un individuo de 20».
El cambium permanece intacto y lleno de vida. La división celular tiende a disminuir después de los 200 años, pero las células generan defensas y elevan el agua y los nutrientes para que el árbol crezca y se mantenga saludable. Por este motivo, según los autores del estudio, es poco probable que los árboles mueran de viejos, sino que otros factores como las plagas o las sequías los matan primero.
Aunque aún no ha sido examinado, los investigadores imaginan que otro viejo árbol, una variedad de pino de 4.800 años identificada como Matusalén en el este de California, posiblemente posea el mismo patrón de programación genética. Una maravilla no tener que preocuparse por hacerse viejo a pesar del paso del tiempo y tener energía para lidiar con la vida de otra manera.