lunes, 28 de mayo de 2012

Crean un dispositivo para generar rocío en condiciones de sequía


El dispositivo, bautizado con el nombre de RAMA, ha sido desarrollado en la UPM y, según señala Miguel Ángel Muñoz, uno de los inventores: “no se trata de un método para el riego de árboles adultos, sino una ayuda para que un árbol joven consiga sobrevivir y alcanzar el estado de desarrollo que le permita valerse por sí mismo”.







Los árboles jóvenes recién plantados o que estén en zonas remotas son más vulnerables a las épocas de sequía. Para aportarles el agua mínima que los salve en estos periodos se puede condensar el vapor de agua del aire. De esta forma, se puede generar rocío artificial en el momento en que aparecería si hubiera la suficiente humedad y barrer las gotas del mismo antes de que se vuelvan a evaporar. El agua así obtenida se conduce hasta la zona de la raíz del árbol, permitiendo al mismo sobrevivir.

El dispositivo inventado, RAMA, elige el momento del día en que la humedad relativa es mayor y condensa agua mediante el uso de células peltier. El control de la temperatura objetivo se realiza de forma precisa mediante un procesador que tiene en cuenta las condiciones ambientales para calcular cuál es la temperatura a la que se condensará el agua sobre la cara fría de las células peltier.
El sistema es alimentado mediante energía solar fotovoltaica, que durante el día recarga las baterías y, al amanecer, periodo más propicio para la condensación, suministra energía a las células peltier, que tienen la propiedad de generar frío en una de sus caras y calor en la cara opuesta. El calor es evacuado por ventilación y el frío se aprovecha para la condensación del agua. La temperatura de ambas caras es supervisada mediante sondas termopar. El agua condensada es empujada mediante un sistema de barrido para evitar su evaporación y canalizada a la raíz del árbol. Este dispositivo ha sido protegido mediante una patente.
Se espera que RAMA pueda ser una alternativa más para la obtención de agua en fases críticas del crecimiento de árboles y así mejorar los resultados de reforestaciones o nuevas plantaciones. En un futuro, se podrá miniaturizar el sistema e integrar de tal forma que se abaraten los costes y se mejore su capacidad de obtención de agua.
Fuente: ambientum.com 


lunes, 21 de mayo de 2012

La primera planta nacional de reciclaje automático abre sus puertas en Mungia

El reciclaje nacional tiene desde ayer un referente en Bizkaia. La Diputación, el Gobierno vasco y la red social Koopera inauguraron en Mungia la primera planta automatizada del país para la gestión de ropa, calzado, libros, juguetes y aparatos electrodomésticos. Con un pionero sistema de reconocimiento de voz para separar materiales como bandera tecnológica, la infraestructura, en la que se han invertido 6 millones de euros, pretende cumplir un doble objetivo «ecológico y solidario»: aumentar un 90% la reutilización de desechos y generar 264 puestos de trabajo para personas en riesgo de exclusión social.
«Transformamos lo que nadie quiere en empleo y ahorro», resumió el diputado general, José Luis Bilbao, durante la apertura de la planta, una nave de 4.500 metros cuadrados ubicada en el polígono industrial Zabalondo. Extraoficialmente ya es desde hace algunas semanas el punto en el que se descargan los contenedores verdes para el reciclaje de ropa ubicados en todos los municipios del territorio. Estos depósitos «poco a poco irán sustituyéndose por otros nuevos de color blanco en los que se puede meter de todo, hasta libros y DVDs. De momento, ya se pueden ver en Uribe Kosta y Amorebieta», avanzó un portavoz del Departamento foral de Medio Ambiente.
Sea cual sea el medio de transporte, los enseres acaban en la cadena de distribución montada en Mungia. La diferencia con cualquier otra se nota a primera vista, al advertir que los operarios trabajan con micrófonos. Tras separar una prenda, «¡Pantalón!», dice Graciela, una de las trabajadoras, por el intercomunicador. Automáticamente, el sistema, que mueve los elementos con impulsos de aire, traslada los vaqueros hasta el cajón pertinente. Camisas, chaquetas, ropa interior, faldas... tras ser separada, la ropa se somete a un exhaustivo proceso de desinfección y «vuelve a la vida» en las tiendas de segunda mano.
«Intentamos que todo retorne al mercado, rompemos la tendencia de consumir y tirar, buscamos convertir Euskadi en una sociedad de reutilización», explicaba Josetxu González, gerente de Koopera. Y no sólo se reciclan prendas: hay muñecos, puzzles, microondas, libros de Hemingway, Dan Brown y Javier Marías... En total, se espera que la planta trate este año 3,4 toneladas de elementos. Aparte de los comercios, algunos también recalarán en Chile y Rumanía, zonas en las que los promotores desarrollan diferentes proyectos solidarios.
 
Retorno de 2 millones
La planta de reciclaje automático se ha levantado gracias a tres fuentes de financiación. Lakua ha aportado un millón de euros; la Diputación, 906.159 euros; y la red Koopera, 4,2 millones avalados por varias entidades financieras vascas. La nave, diseñada con criterios «vanguardistas», también apostará por difundir actividades educativas dirigidas a sensibilizar a la población.
Pero, además de su vertientes tecnológicas y formativas, la infraestructura destaca por emplear a gente sin recursos. Muchos de los contratados percibían hasta ahora la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) y ahora pasarán a convertirse en profesionales. «Protegemos a gente que, aunque mejore el mercado laboral, tendrá problemas para ser aceptada. De sujetos pasivos pasan a convertirse en personas emprendedoras», precisaba ayer Javier Ruiz, viceconsejero de Planificación y Empleo del Gobierno vasco. «No nos saquen a los políticos en las fotos, saquen a los trabajadores, ellos son los protagonistas; les estamos facilitando un nuevo proyecto de vida», añadía José Luis Bilbao, dirigiéndose a los fotógrafos. Los réditos para las administraciones son evidentes desde el primer día. Según los cálculos avanzados, las innovaciones ambientales y sociales permitirán a la Diputación y el Gobierno vasco conseguir un retorno de más de dos millones de euros en 2012.

lunes, 7 de mayo de 2012

El "Séptimo continente": una isla gigantesca en el Pacífico

Si la humanidad se extinguiera de pronto, y pasados unos cuantos siglos llegara a la Tierra una expedición de arqueólogos extraterrestres en busca de nuestros restos, probablemente bautizarían al período de tiempo que nos tocó vivir en función del material tecnológico encontrado en mayor abundancia en las excavaciones. Si hace 5.000 años, en nuestra prehistoria, vivimos lo que se llamó la edad del bronce, para esos extraterrestres estudiosos de nuestra post-historia, los humanos se habrían extinguido durante la edad del plástico.

mancha de pla´sticoY por desgracia, es el océano quien se encarga de recordarnos de forma dramática el abuso en la fabricación de materiales de plástico (que escaparon al reciclado) con el que hemos castigado a nuestro planeta durante los últimos 70 años. Cuesta trabajo hacerse una idea de su volumen, pero en el Océano Pacífico, en algún lugar entre San Francisco y Hawaii, existe una enorme isla de basura de un tamaño superior al de Francia, España y Portugal.
Los expertos se refieren a ella como "gran mancha de basura del Pacífico", aunque algunos, más efectistas, prefieren llamarla "el séptimo continente".

No es un fenómeno novedoso, de hecho se detectó por primera vez en la década de 1950, y desde entonces ha venido creciendo a paso rápido a causa de nuestra desmedida dependencia del plástico.

Las primeras contra medidas ya se han tomado, y es por eso que en los supermercados han comenzando a cobrarte las bolsas de plástico. Afortunadamente, cada vez se ve a más gente concienciada con el medio ambiente portando a casa sus compras en carritos o en bolsas de tela reutilizables, pero la enorme mancha de basura, que consta en un 80% de plástico y pesa más de 3,5 millones de toneladas, no va a desaparecer de la mañana a la noche. Su tamaño es tal que limpiarla simplemente no es una opción.

Expedición a la gran isla de basura

Próximamente, una expedición de la Sociedad de Exploración Francesa (SEF), esponsorizada por el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNEE), iniciará una expedición a la gran isla de basura. El motivo de esta expedición, que comandará el explorador del SEF Patrick Deixonne, es la de analizar la composición del montón de basura y advertir al mundo sobre su existencia.

La expedición zarpará el 2 de mayo desde San Diego, en la costa californiana de los Estados Unidos y viajará 4.630 kilómetros hasta alcanzar Hawaii.

Según los datos aportados por el CNEE, esta agrupación de residuos flotantes de origen humano (en el que abundan boyas, redes de pesca, tapones de botellas, objetos de todo tipo escapados de las cloacas y millones de residuos y pequeñas partículas de plástico) mide 22.200 kilómetros de circunferencia, lo que arroja una superficie de 3,4 millones de kilómetros cuadrados.

La goleta recibirá ayuda desde el espacio, ya que los satélites de la NASA Terra y Aqua , les irán guiando hacia la isla de desperdicios. Durante el trayecto, los expertos a bordo irán midiendo la densidad de los residuos, mientras toman muestras de agua, plancton y materiales sólidos.

Los científicos advierten de que la placa de basura no es superficial, sino que tiene una profundidad de 30 metros, lo cual obviamente afecta al medio ambiente submarino.

De continuar creciendo al ritmo actual, la mancha de basura no solo supondrá una amenaza al turismo en las costas de Hawaii o California, sino que pondrá en riesgo la navegación mercante.

El motivo por el que la basura de todo el planeta ha finalizado en esa región concreta es la existencia de un remolino gigante provocado por la fuerza de la corriente espiral del Pacífico Norte, que rota en el sentido de las agujas del reloj. Este hecho, sumado al de los vientos de ese área, contribuye a que la bolsa de basura se vea atrapada en medio de las aguas sin alcanzar las costas.

No es la única mancha de basura del planeta, de hecho los expertos advierten de otras cuatro de menor tamaño, una de las cuales se encuentra en la costa occidental del Atlántico Norte, entre Cuba y los Estados Unidos (Mar de los Sargazos)